Despierto con un sabor amargo en la boca. Mi hermano golpea la ventana de mi pieza y empieza a cantarme: despierte vecino, despierte vecino. Me tira el gato por la ventana y lo esquivo tapándome la cara con las sábanas. Me llaman a almorzar y pareciera que recién me hubiera acostado.
Miro alrededor de mi pieza, cuánta ropa tengo, pienso, y toda está tirada en el suelo, como si hubiera quedado la cagá la noche anterior, ¿que pienso? cómo si no hubiera quedado, me levanto y enciendo un cigarro, abro la llave del baño y me tomo mi dosis diaria de dipironas, un poco para el dolor de cabeza, otro poco para el dolor moral y otro poco, porque te estoy permitiendo entrar.
Una pregunta, una pregunta, como un caballero, a pesar de los 18 años, sabes manejarte, sabes que cosas se deben hacer y cuáles no, sólo por eso te dejo, pero a ti, esta vez es sólo a ti, sí, puedes irte dentro, te respondo y un suspiro seco inunda desde el centro hasta el rededor de la habitación, sabiendo de antemano que no habrá ninguna mala noticia en tres semanas mas, sólo esta vez, mientras haces durar la fricción siento el calor de tu tercer orgasmo recorriendo por mi pierna y bajando hasta mi pie derecho.
Me doy vuelta, te digo que te quedes quieto, comprendo que la experiencia ha tardado en llegarte, digo que te endereces bien, que te pongas de rodillas y heches el pubis para adelante, pongo mi vagina en tu pene y tiendes a doblarte hacia delante con todo el cuerpo, miro hacia atrás, tomo tus manos y las pongo en mis caderas, vamos te tengo fe, pienso sin dejar que me embargue el pesimismo, entonces comienzo a moverme y las rodillas se frotan con mis sábanas recién cambiadas. Aprendes rápido, tratas de hacer durar el frote, pero sacas el pene y una eyaculación calientita hace su aparición sobre mi espalda. Respiras rápido y me pides disculpas. Sólo es cosa de tiempo, el talento lo tienes, pienso en decirte, pero mejor callo y busco mis cigarros.
Me meto a la ducha y llegas a cada rato cada vez que cae el lúcido chorro de agua hirviendo a mi cabeza, me rasco la mente pasando las manos entre el champú y mi pelo pasado a cigarro, ese olor que me recuerda cada semana lo bien que lo he pasado el día anterior, y el poco respeto que le tengo a la palabra silencio. Cierro la llave del agua caliente y tomo la toalla para secarme.
Me siento en la mesa a comer con mi madre. Sólo la escucho, no tengo nada que decir. Luego de comer, voy a tirarme a la cama, pongo Sister de Sonic Youth y me masturbo recordando tu lengua en mis pezones, pero sobretodo, me masturbo recordando tu risa.
Vamos por la otra, te digo y me arrepiento inmediatamente al oir que mis palabras sonaban a insatisfacción, siendo que cada vez, te portabas mejor, le ponías más empeño, hasta te veías más lindo a medida que se me pasaba el efecto del alcohol, la borrachera no había ayudado a digerirte, la había opacado, mientras que la maldita luz de las seis a.m. hacía la aparición por la ventana, yo bajaba a lamer tu pene, depilado, con vellos cortitos, que no dañaban los labios.
De verdad no pensé que íbamos a follar, dije sin mentirte, hueón, me acuerdo cuando te veía jugando con tierra, al frente de mi casa. Yo tampoco, dijiste, y no sé si mentías porque cuando uno es pendejo se calienta con los más grandes. Con cuántas minas de por acá te has metido?. Con ninguna. No te creo. Es cierto, y te digo algo? es primera vez que despierto al lado de una mujer. Pero no eres virgen, cierto, te pregunté de más, sabiendo que sabías follar. No, ni cagando y mientras, me dabas un largo beso con lengua y movías tus dedos en torno a mi clítoris, erectándolo.
Me quedo dormida, a pesar de haberme levantado sólo hora y media antes de ese suceso y cuando despierto voy al comedor a buscar mis cigarros y enciendo uno desde el patio, esquivando las ligustrinas que me tapan la vista total de tu casa, no abres la puerta, no sale nadie, no llaman a tu casa, ni siquiera se ve luz. Prendo otro cigarro.
Es inútil. Me dijiste que pasabas todo el día encerrado viendo animé, pero no pensé que era tan literal la confesión que te avergonzó. No tengo dinero para tomar una cerveza, así que voy a leer sin comprometer mi hígado. Voy a mi pieza y los flashazos no me dejan entrar en una concentración medianamente decente.
Me tiraste a la cama y me sácate los pantalones, yo no quería, de verdad que yo no quería, Vicho, que te metieras conmigo así, de golpe, sólo quería darte un par de besitos, una lamida, una mordida y jamás un chupón, pero tú llegaste y sacaste mis pantalones, y yo ahí ya no pude hacer más nada que ponerme a gemir.
Acompáñame? Dije y ni siquiera preguntaste a qué, sólo me dijiste que sí, y mientras caminamos el grupo con el que estábamos tomando en la cuneta, empezó a gritar, a advertirte que tuvieras cuidado, tu sonreíste y me miraste de manera cómplice, mientras yo sabía que venía lo inevitable y me quejaba de que iba a pasar lo que ahora estaba pasando. Entro al baño y al salir, te beso. Ahí fue cuando me abrazaste y comenzaste a tocarme
Dejo el libro de lado y enciendo el televisor a ver las noticias. Lo apago y voy donde mi amiga Karina conversar un rato. Jugamos brisca y comemos papas fritas. Le caliento la leche en el microondas a su hermana chica y se la llevo a la cama. Luego me despido y voy a mi casa a dormir. Antes de entrar, miro hacia el frente, pero tu casa sigue a oscuras, así que me acuesto creyendo que nunca fue. Aparece un pelo que no es mío, en mis sostenes.
Miro alrededor de mi pieza, cuánta ropa tengo, pienso, y toda está tirada en el suelo, como si hubiera quedado la cagá la noche anterior, ¿que pienso? cómo si no hubiera quedado, me levanto y enciendo un cigarro, abro la llave del baño y me tomo mi dosis diaria de dipironas, un poco para el dolor de cabeza, otro poco para el dolor moral y otro poco, porque te estoy permitiendo entrar.
Una pregunta, una pregunta, como un caballero, a pesar de los 18 años, sabes manejarte, sabes que cosas se deben hacer y cuáles no, sólo por eso te dejo, pero a ti, esta vez es sólo a ti, sí, puedes irte dentro, te respondo y un suspiro seco inunda desde el centro hasta el rededor de la habitación, sabiendo de antemano que no habrá ninguna mala noticia en tres semanas mas, sólo esta vez, mientras haces durar la fricción siento el calor de tu tercer orgasmo recorriendo por mi pierna y bajando hasta mi pie derecho.
Me doy vuelta, te digo que te quedes quieto, comprendo que la experiencia ha tardado en llegarte, digo que te endereces bien, que te pongas de rodillas y heches el pubis para adelante, pongo mi vagina en tu pene y tiendes a doblarte hacia delante con todo el cuerpo, miro hacia atrás, tomo tus manos y las pongo en mis caderas, vamos te tengo fe, pienso sin dejar que me embargue el pesimismo, entonces comienzo a moverme y las rodillas se frotan con mis sábanas recién cambiadas. Aprendes rápido, tratas de hacer durar el frote, pero sacas el pene y una eyaculación calientita hace su aparición sobre mi espalda. Respiras rápido y me pides disculpas. Sólo es cosa de tiempo, el talento lo tienes, pienso en decirte, pero mejor callo y busco mis cigarros.
Me meto a la ducha y llegas a cada rato cada vez que cae el lúcido chorro de agua hirviendo a mi cabeza, me rasco la mente pasando las manos entre el champú y mi pelo pasado a cigarro, ese olor que me recuerda cada semana lo bien que lo he pasado el día anterior, y el poco respeto que le tengo a la palabra silencio. Cierro la llave del agua caliente y tomo la toalla para secarme.
Me siento en la mesa a comer con mi madre. Sólo la escucho, no tengo nada que decir. Luego de comer, voy a tirarme a la cama, pongo Sister de Sonic Youth y me masturbo recordando tu lengua en mis pezones, pero sobretodo, me masturbo recordando tu risa.
Vamos por la otra, te digo y me arrepiento inmediatamente al oir que mis palabras sonaban a insatisfacción, siendo que cada vez, te portabas mejor, le ponías más empeño, hasta te veías más lindo a medida que se me pasaba el efecto del alcohol, la borrachera no había ayudado a digerirte, la había opacado, mientras que la maldita luz de las seis a.m. hacía la aparición por la ventana, yo bajaba a lamer tu pene, depilado, con vellos cortitos, que no dañaban los labios.
De verdad no pensé que íbamos a follar, dije sin mentirte, hueón, me acuerdo cuando te veía jugando con tierra, al frente de mi casa. Yo tampoco, dijiste, y no sé si mentías porque cuando uno es pendejo se calienta con los más grandes. Con cuántas minas de por acá te has metido?. Con ninguna. No te creo. Es cierto, y te digo algo? es primera vez que despierto al lado de una mujer. Pero no eres virgen, cierto, te pregunté de más, sabiendo que sabías follar. No, ni cagando y mientras, me dabas un largo beso con lengua y movías tus dedos en torno a mi clítoris, erectándolo.
Me quedo dormida, a pesar de haberme levantado sólo hora y media antes de ese suceso y cuando despierto voy al comedor a buscar mis cigarros y enciendo uno desde el patio, esquivando las ligustrinas que me tapan la vista total de tu casa, no abres la puerta, no sale nadie, no llaman a tu casa, ni siquiera se ve luz. Prendo otro cigarro.
Es inútil. Me dijiste que pasabas todo el día encerrado viendo animé, pero no pensé que era tan literal la confesión que te avergonzó. No tengo dinero para tomar una cerveza, así que voy a leer sin comprometer mi hígado. Voy a mi pieza y los flashazos no me dejan entrar en una concentración medianamente decente.
Me tiraste a la cama y me sácate los pantalones, yo no quería, de verdad que yo no quería, Vicho, que te metieras conmigo así, de golpe, sólo quería darte un par de besitos, una lamida, una mordida y jamás un chupón, pero tú llegaste y sacaste mis pantalones, y yo ahí ya no pude hacer más nada que ponerme a gemir.
Acompáñame? Dije y ni siquiera preguntaste a qué, sólo me dijiste que sí, y mientras caminamos el grupo con el que estábamos tomando en la cuneta, empezó a gritar, a advertirte que tuvieras cuidado, tu sonreíste y me miraste de manera cómplice, mientras yo sabía que venía lo inevitable y me quejaba de que iba a pasar lo que ahora estaba pasando. Entro al baño y al salir, te beso. Ahí fue cuando me abrazaste y comenzaste a tocarme
Dejo el libro de lado y enciendo el televisor a ver las noticias. Lo apago y voy donde mi amiga Karina conversar un rato. Jugamos brisca y comemos papas fritas. Le caliento la leche en el microondas a su hermana chica y se la llevo a la cama. Luego me despido y voy a mi casa a dormir. Antes de entrar, miro hacia el frente, pero tu casa sigue a oscuras, así que me acuesto creyendo que nunca fue. Aparece un pelo que no es mío, en mis sostenes.
Quién es él? Le pregunto a mi amiga sobre ti, es el primo del George, po, cuál?, Uno que jugaba con tierra siempre. Yaaaaaaaa. En serio. Oye que están grandes. Sí tan grandes. Yo te miraba de reojo, mientras hablaba con otros y tú estabas siempre mirándome. No, Vicente, por favor, no, me voy a lanzar y te vas a zumbar. Pero no haces caso y sigues mirándome, me acerco a conversar. No hablamos más que un par de frases, pero el copete que te llegaba, me lo pasabas siempre a mi, y fue ahí cuando supe, que venía con malicia.
4 ni un aporte:
que quieres que te diga, fluye, camina y corre, vamos caminando, eso de creer en el potencial es el futuro del mundo.
Y este relato significa justo la linea del pensamiento inmovil, muchas imágenes que contienen la ternura del culeo con cierta moral, el barrio, el gusto, estoy de acuerdo; vamos por el futiro malicioso del mundo.
Ah y de muchos es el que más me gusta.
intersante personaje, señorita puta asesina.
continuaré leyendo.
Bonito cuento . Te sale bien , me gusta .
buen final =P
me gusto bastante... aunq le falta inmoralidad =P (no se si sera necesaria... si quiera se si eso es lo q buscas.-)
me agradan los cambios q tiene el personaje.
otro dia sigo leyendo textos mas viejos.
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