La súplica de necesitar pastillas para dormir

Cualquier similitud se debe, exclusivamente, a la "angustia de las influencias".

Un homenaje al que no duerme.

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Primero. Aparece el tipo que robó mi bicicleta y lo sigo sin que me vea. Llego hasta su refugio y le abro el abdomen con una botella recién quebrada. Mi bici desaparece y mutilo al tipo enterrando los pedazos en el patio de mi casa. Al levantarme ni siquiera constato que esté mi bici. Hace un tiempo que dejé de preocuparme por lo que era real y por lo que soñaba.

Segundo. Despierto y no creo que sea verdad, pero una vez más lo hice. Me muevo una y otra vez en mi cama, mientras se despierta y me dice: quiero irme. Ya, ándate, le digo, y le pido disculpas por haber ido ebria a las 2 a.m. a su casa gritándo y obligándolo a venirse conmigo.

Tres. La tesis me tiene relativamente cagada. La tesis digo, pero engloba todo el semestre. La formulación de proyectos, la catalogación de recursos electrónicos, los derechos jurídicos de la información y la exploración para saber qué leen los locos. Entiéndase esquizofrénicos, bipolares, depresivos y los otros. Los otros locos.

Cuatro. Sale Sobaco en línea y es una publicación electrónica la raja. Hace un mes que no he enviado más textos. Lo siento, Gaete, he estado sólo con uno este último tiempo, no hay mucha pornografía literaria, pero igual no justificaré la ausencia en lo de Brodsky. Dormir tanto te mantiene dormido todo el día.

Quinto. Tomo la tesis y me duermo, prendo la tele y me duermo. Acostarse a las 22.00 y despertarse a las 13.00 hace que el dolor de cabeza sea tan insoportable que sólo se puede evitar durmiendo. Ojalá pudiera tener insomnio. Ojalá pudiera tener los ojos abiertos. Si durmiera dos horas menos todos los días, en un año viviría un mes más.

Seis. El orgullo me domina y me obliga a hacer fantasmas. Nada importante, peleando con dientes por la traslucidez. Dejar de ver lo femenino como una condición. Dejar la misoginia por la indiferencia. Sobretodo por la indiferencia.

Séptimo y último. El sexo como retribución y ansiedad (debía, necesariamente, enfrentarlo para agotarlo). El sexo en la mujer por la imperiosa necesidad de sentirse amada. La pornografía dura como muestra de la anulación de la ley básica de la vida. Rocco Sifreddy como el hombre perfecto y Fabricio Axé como su símil chileno aunque no sea chileno. El ánimo sube y el regreso a la celebración. El alcohol como mediador entre la conciencia y la inconciencia. Los deseos volviéndose reales y gritándolos frente a una casa. Una mano en el patio trasero y una bici desaparecida.