Disculpen la cursilería

Conocí un hombre
Que encerraba a todos y era uno a la vez
Y nunca mío
Que me mostró la libertad encerrada en su tragedia
Lo vi y supe de inmediato que era el abismo
Sentí terror y me arrojé hacia él.
Conocí a Ulises, a Santiago, a Rimbaud,
Al lonco, al poeta y al resistente
Al suicida reivindicado
Al gran masoquista lúcido
De la tragedia, del horror y el error
Tan exacto y tan encantador
Que no entendía absolutamente nada.
Conocí al tipo que me abrió los ojos y su culo
Sin temor al qué dirán
Ni al patriarcado ni al matriarcado
Con mucho temor al silencio
Y tanto arrojo hacia el desamparo.
Corrimos calles y caminamos carreteras
Me enseñó a bailar y a pelear,
Pude darle el oído a lo que su mente desesperada merecía.
Solo oídos
Solo oídos
El resto es pan comido