Otro más

Nuevas e irrepetibles, desesperada por ese instante que se va, cada situación que no va a volver a repetirse, ni ninguna otra, y todo escurre y la calma de todos me parece aún más desesperante dejando sin efecto y sin sentido la noche anterior, la mañana de la resaca pasará y todo debe pasar, y yo no podré tener más la constante espontaneidad inventada en la sorpresa.
Corren por acá mismo recuerdos que no producen melancolía, el no recordar cada palabra, el no haber mirar cada gesto para tenerlo ahora y tomarlo y morderlo y aplastarlo una y otra vez hasta agotarlo, hasta odiarlo, hasta poder anularlo:

“No te preocupes que si yo la veo
le digo que te espere,
que tu apellido materno no
es tal y que el sur resulta mejor
escenario de lo que él mismo cree”

El desorden amigo del ostracismo, tu sonrisa perfecta y arrancada con un beso, el beso directo a la perversión, la mentira y la egolatría y yo perdida, hundida y voluntariamente sumergida en el rol de credulidad. Y creí que vivías en la novena, en la décima, en la undécima y aún lo creo y si me dices que nada es cierto y que vives en mi casa también lo creería
Sencillamente porque
No tienes
Hogar
Y la poesía no es tu casa y los números no son tu sustento.
Me tomas y me botas
Mientras reboto en el cemento
Vuelvo a acercarme
Y con tu enorme capacidad de asombro me oyes decir:
Feliz Cumpleaños, mientras comes cada frutilla que regalé

“No temas, aunque sólo pueda contarte estas historias tristes, no temas”

Desde el cuarto húmedo y desordenado con Lihn en el suelo, las colillas esparcidas por el velador y tu cara luminosa al amanecer. Y esa boca de guillotina cauterizando el silencio. La envión fallida, la risa como medio infalible de conquista. Y luego a pesar de irte y dejar la ropa tirada, los CDs revueltos, la cama deshecha y el recuerdo galopando, dejas todo tan ordenado.